Luce con orgullo su uniforme y presume dulcemente ante sus vecinos que ella también hace parte de la construcción de este importante medio de transporte que ayudará a transformar la vida de la ciudadanía.
Valentía. Esa es la palabra que mejor define a Nubia Ortiz, una mujer de 60 años que, sin descanso, logró salir adelante desde que era niña.
Los ojos se le llenan de lágrimas cuando recuerda el por qué no tiene una imagen clara de quiénes fueron sus padres y hermanos, pues a los 5 años salió huyendo de su casa en Bucaramanga, luego de que, comenta, vivió situaciones de violencia intrafamiliar. Era la niña de los ojos de su padre, pero nunca lo volvió a ver.
Llegó a Bogotá siendo una niña. Recorrió las calles de la capital mucho tiempo tratando de reencontrarse con su familia, pero no lo logró. Tras varios años y con mucho esfuerzo, aprendió el valor del trabajo, y su primera compra fue un vestido que, anota, era largo y la hacia ver mayor.
Su sueño siempre fue tener la familia que no tuvo. Conoció a su esposo un día que él golpeó a la puerta de la casa en donde ella vivía, en Bogotá. Fue amor a primera vista. Fruto de esa relación nacieron sus dos hijos, quienes hoy son su motor y que a su vez la tratan como una princesa.
Toda su vida ha trabajado, en restaurantes, en lo que le toque. Actualmente lo hace en las obras del patio taller de la Primera Línea del Metro de Bogotá (PLMB), en oficios varios, un oficio que asume con responsabilidad y entrega, pues actualmente su esposo se encuentra en situación de discapacidad y es ella la encargada de llevar el sustento para su hogar.
“Yo llevo tres meses y 15 días, y hago aseo en oficinas, me contrataron para hacer oficios varios, entonces yo hago el ‘aseíto’, arreglo las oficinas, les llevo ‘tintico’, el agua, y mantengo todo ‘limpiecitico’, todo bonito”, agrega, emocionada.
Es risueña, amable, amorosa y solidaria, habla sin reparos de las labores de sus compañeros, destacando así las cualidades de cada uno. Confiesa que en algunas ocasiones ha contribuido en las tareas de otros, pues es consciente del arduo trabajo que allí se realiza.
Hace unos meses celebró sus 60 años de vida. Ingenieros y obreros del patio taller, el corazón de la PLMB, se encargaron de hacerla sentir especial, acompañada y querida. “Yo no me cambio por nadie, aquí me consienten demasiado”, exclama dichosa.
Trabajar para el metro de Bogotá hace sentir a Nubia muy importante. Luce con orgullo su uniforme y presume dulcemente ante sus vecinos que ella también hace parte de la construcción de este importante medio de transporte que ayudará a transformar la vida de la ciudadanía.